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  • La Extinción De Los Alimentos Que Comemos

Verduras en extinción: Una carrera contra la extinción de los alimentos que comemos

La conservación de nuestro patrimonio alimentario es crucial para mantener la biodiversidad y garantizar la disponibilidad futura de las nutritivas y deliciosas verduras que muchos de nosotros damos por sentadas. Con la rápida industrialización de la agricultura, muchas verduras tradicionales y patrimoniales son ahora escasas y se enfrentan a la extinción. Este blog analiza el declive de las hortalizas tradicionales, el papel de la agricultura de conservación en la preservación de la diversidad vegetal y el impacto del cambio climático en el variado mundo de las plantas hortícolas.


El declive de las hortalizas patrimoniales: Del campo al pronto olvido

En la búsqueda de mayores rendimientos y uniformidad, muchos agricultores han abandonado las variedades de hortalizas tradicionales y autóctonas. Estas hortalizas tradicionales, antaño parte vital de nuestra dieta, están desapareciendo poco a poco de los campos y los mercados. El cambio hacia variedades híbridas comerciales ha provocado una pérdida de diversidad genética, haciendo que nuestro sistema alimentario sea más vulnerable a las plagas, las enfermedades y el cambio climático.


la patata sudamericana - oca

El papel de la agricultura de conservación - bancos de semillas

La agricultura de conservación, un campo relativamente nuevo, desempeña un papel crucial en la preservación de la diversidad vegetal. Una de las herramientas clave de la agricultura de conservación es la creación de bancos de semillas. Los bancos de semillas actúan como depósitos de semillas raras y autóctonas, protegiéndolas de la extinción. Estos bancos recogen, almacenan y distribuyen semillas, garantizando su disponibilidad para las generaciones futuras. Al salvaguardar la diversidad genética de las hortalizas, los bancos de semillas contribuyen a un sistema alimentario resistente y sostenible que estará ahí para las generaciones venideras.


El impacto del cambio climático en la diversidad de las hortalizas

El cambio climático supone una importante amenaza para la diversidad vegetal. El aumento de las temperaturas, los cambios en el régimen de lluvias y los fenómenos meteorológicos extremos alteran el delicado equilibrio de los ecosistemas, afectando al crecimiento y la supervivencia de las distintas variedades de hortalizas. Algunas hortalizas tradicionales pueden tener dificultades para adaptarse a estas nuevas condiciones, lo que las pone en peligro de extinción. Es vital comprender y mitigar el impacto del cambio climático en la diversidad vegetal para salvaguardar nuestra seguridad alimentaria.


La carrera contra la extinción: Identificando las hortalizas en riesgo

La carrera contra la posible extinción de las hortalizas es un aspecto cada vez más importante de los esfuerzos mundiales de conservación. Esta tarea implica un enfoque colaborativo en el que investigadores, expertos agrícolas, agricultores y bancos de semillas trabajan juntos para identificar las variedades de hortalizas que se enfrentan a la amenaza de extinción. El proceso implica evaluar diversos factores que contribuyen a la vulnerabilidad de una hortaliza.


Como se ha mencionado, uno de los factores clave es la diversidad genética, que determina la capacidad de una hortaliza para adaptarse a condiciones ambientales cambiantes y resistir enfermedades. Otro aspecto crucial es la adaptabilidad, que se refiere a la capacidad de una hortaliza para hacer frente a tensiones medioambientales como el cambio climático, las plagas y las enfermedades. La demanda del mercado también desempeña un papel importante; las hortalizas con poca demanda comercial suelen descuidarse y corren mayor riesgo de perderse. La priorización en los esfuerzos de conservación es crucial para garantizar que los recursos se destinan a preservar las variedades más vulnerables.


Por ejemplo, consideremos el caso de las variedades de tomates reliquia, que poseen una rica diversidad genética pero a menudo se pasan por alto en favor de razas comercialmente populares. Del mismo modo, granos ancestrales como amaranto, antaño un alimento básico en ciertas culturas, están ahora en peligro debido a la reducción de su cultivo y a la demanda del mercado. Otro ejemplo son las variedades autóctonas de maíz en México, que están perdiendo terreno frente a las variedades modificadas genéticamente y de alto rendimiento. Las hortalizas de raíz como la Oca de Sudamérica se enfrentan a amenazas de extinción debido al cultivo limitado fuera de sus regiones nativas. La Cereza de vejiga europea, conocida por su sabor único, lucha por sobrevivir en medio de las prácticas agrícolas modernas. El pepino africano, con su sabor característico y su valor nutritivo, es otra hortaliza amenazada, ya que su cultivo es limitado y a menudo se ve eclipsado por frutas más populares.


Esfuerzos de conservación: Bancos de semillas y conservación de semillas autóctonas

Los bancos de semillas, como ya se ha mencionado, están a la vanguardia de los esfuerzos de conservación de hortalizas. Estas instituciones recogen y almacenan semillas de diversas variedades de hortalizas, asegurando su disponibilidad para las generaciones futuras. Además, los agricultores y horticultores desempeñan un papel crucial en la conservación de las semillas autóctonas. Al guardar semillas de hortalizas de polinización abierta y compartirlas, los particulares contribuyen a preservar variedades de hortalizas raras y únicas.


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Los sabores olvidados: Redescubriendo verduras extintas

Variedades vegetales que antaño prosperaron en todo el planeta pero que ya no forman parte de nuestra dieta. La pérdida de estos vegetales suele deberse a factores como las prácticas agrícolas industriales, los cambios en las preferencias de los consumidores y los cambios ecológicos. Por ejemplo, el tomate Talpiot, una variedad única cultivada antaño en Oriente Medio, desapareció debido a su incapacidad para competir con los híbridos comercialmente viables.


De forma similar, la coliflor púrpura siciliana, conocida por su color vibrante y sabor distintivo, se desvaneció a medida que las variedades blancas estándar ganaban terreno.


Otro ejemplo es el Skirret, una hortaliza de raíz dulce popular en la Europa medieval, que perdió su atractivo con la introducción de la patata.


La judía azul de Egipto, una legumbre de aspecto llamativo y sabor robusto, desapareció al no poder soportar las prácticas agrícolas modernas y los cambios climáticos.


La judía azul de Egipto, una legumbre de aspecto llamativo y sabor robusto, desapareció al no poder resistir las prácticas agrícolas modernas y los cambios climáticos.


Por último, la cebolla perla de Bretaña, apreciada por su delicado sabor, se extinguió debido al laborioso proceso necesario para su cultivo.


Sin embargo, el resurgimiento de estos vegetales extinguidos gracias a la ingeniería genética es un rayo de esperanza y un testimonio de la dedicación de los conservacionistas. Los bancos de semillas desempeñan un papel fundamental en este renacimiento, salvaguardando semillas y material genético que permiten la reintroducción genética de estas variedades perdidas.


Los investigadores contribuyen estudiando las prácticas históricas de cultivo y las necesidades medioambientales de estos vegetales, facilitando su exitosa reintegración en el mundo.


Los agricultores también son esenciales en este proceso, ya que experimentan y adoptan el cultivo de estas verduras genéticamente resucitadas. Redescubrir estos sabores no es sólo añadir variedad a nuestros platos; es reconectar con nuestro patrimonio cultural y agrícola, promover la biodiversidad y ofrecer un contrapunto a la homogeneidad de las verduras producidas en masa.


El movimiento hacia la recuperación de verduras extinguidas fomenta un enfoque más sostenible y diversificado de la agricultura, recordándonos la riqueza y profundidad de sabores que antaño formaban parte integral de la dieta humana.


Promover la sensibilización y la demanda de verduras poco comunes

Promover la concienciación y la demanda de verduras poco comunes por parte de los consumidores es crucial para su conservación. Educar al público sobre la importancia de la biodiversidad, el valor de las verduras autóctonas y las amenazas a las que se enfrentan puede ayudar a crear un mercado para estas variedades únicas. Los cocineros, los entusiastas de la gastronomía y las organizaciones comunitarias pueden contribuir a popularizar las hortalizas poco comunes mediante demostraciones culinarias, huertos comunitarios e iniciativas del campo a la mesa.


Los particulares también pueden marcar la diferencia en la conservación de las hortalizas llevando a cabo acciones sencillas pero impactantes en sus propios huertos domésticos.


La desaparición de nuestras verduras tradicionales no es inevitable. Si reconocemos la importancia de preservar la diversidad vegetal, apoyamos las prácticas agrícolas de conservación y promovemos la demanda de verduras poco comunes por parte de los consumidores, podemos garantizar la supervivencia de estos componentes cruciales de nuestro patrimonio alimentario. Difundamos las semillas de la esperanza en la carrera contra la extinción y actuemos para preservar nuestras verduras en vías de desaparición para las generaciones venideras.